Ana María Martel, nació un día jueves 11 de agosto 1644, en la ciudad de Le Puy, en Francia. Su padre, don Claudio Martel era abogado procurador del Rey Luis XIV, y su madre era la Señora María Cayes. Fue bautizada el 13 de agosto de 1644, en la Parroquia San Jorge. Hizo su Primera Comunión a los 10 años. Cuando tenía 21 años de edad, el Padre Tronson (su confesor) le pidió visitar a las mujeres enfermas del hospital de un pueblito al lado de Le Puy, llamado Aiguilhe. Era un hospital de enfermos pobres y como toda la gente sencilla de la época, no tenían formación religiosa. Ahí Ana María empezó su obra de “Instrucción Cristiana” haciendo descubrir a esas mujeres quién es Dios. Poco tiempo después el Padre Tronson pidió a Ana María de ir con una compañera a enseñar catecismo a los niños y a los jóvenes del barrio marginal de la ciudad de San Lorenzo.
Este trabajo apostólico era cada vez más importante y se fueron integrando más jóvenes que sentían a los pobres. Es así que dejando a una de sus compañeras en esta misión ella se trasladó al barrio de San Juan en donde vivían un gran número de obreras de la puntilla, (trabajo hecho a mano con husos). Muchas jóvenes del campo llegaban a Le Puy, esperando sacar en la ciudad, mejor provecho con su trabajo. Pero como ocurre a menudo, eran explotadas por los comerciantes de la puntilla que no les pagaban el precio que correspondía. Por otro lado estas muchachas, con condiciones de vida tan difíciles, eran muy frecuentemente, víctimas de la prostitución.
Conscientes de las dificultades de estas jóvenes, Ana María y sus compañeras trataron no sólo de enseñarles lo esencial de la fe cristiana, sino también de proponerles una verdadera organización de trabajo y de vida. Les ayudaron a vivir con dignidad, a hacerse respetar; iba con ellas a vender el fruto de su trabajo, tratando de sacar el precio justo.
La intensa labor apostólica; su organización; las largas caminatas por las calles de la ciudad y los caminos del campo, dejaron a Ana María agotada y enferma, puesto que tenía una salud bastante frágil. Murió en su misma ciudad natal, el 15 de enero de 1673, a la edad de 28 años. Dejando así, una gran obra que sus compañeras continuarían. Ella fue una mujer contemplativa y apostólica